Manet comentaba:
"Nada pudo haber sido
más estimulante que los debates regulares que
acostumbrábanos a tener allí, con sus constantes
divergencias de opinión. Mantenían aguzado nuestro
ingenio, y nos proporcionaban una reserva de
entusiasmo que nos duraba semanas y nos sostenía
hasta que se concretaba en la realización de una
idea. De esas discusiones emergíamos con una
decisión fortalecida y con nuestros pensamientos más
claros y mejor definidos".
En la Francia del SXIX los pintores sólo podían exhibir sus obras en el Salón de París, vinculado a la Academia de Bellas Artes, que contaba con un prestigioso jurado que seleccionaba las obras enviadas. En 1863 Manet mandó un cuadro:
Desayuno sobre la hierba
Acudieron 3500 visitantes que se burlaron de los cuadros de esos pintores jóvenes tan insólitos.
Esos eran los impresionistas, esos que a mitad del SXIX querían pintar diferente, con total libertad, sin tener que seguir las reglas estipuladas por una Academia anticuada que sólo pedía o exigía temas mitológicos, religiosos, históricos o de la Antigüedad Clásica (como Leonardo, Miguel Angel o Rafael).
Antes de los impresionistas, los pintores pintaban en sus estudios, a base de notas que tal vez habían tomado previamente en el exterior. Los impresionistas querían empezar y terminar sus cuadros al aire libre, en plein air. Los impresionistas iban veloces con sus pinceladas bruscas para captar el momento, la luz del instante. No degradaban la pintura, la empastaban. Había energía. Pero no gustó. Fueron tachados de infantiles e intrascendentes. La Academia afirmaba que esos rebeldes no pintaban como debían pero ellos perserveraron. Y lo hicieron a la vez que París evolucionaba y crecía. En esa época se inventaron los tubitos para guardar la pintura que podría llevarse al exterior, algo insólito, nuevo.
Cuando ellos llegaron, lo pusieron todo patas arriba. Aquí están algunos de esos valientes:
MONET
A él se le debe el nombre que marcaría el movimiento más importante del arte moderno con este cuadro: Impresión, sol naciente.
Crítica tras la exposición del cuadro y que dio nombre al movimiento impresionista:
¡Debí suponerlo!. Acabo de decirme a mí mismo que cuando estoy impresionado, tiene que haber una impresión.¡Y qué libertad, qué ligereza de pincel! Un tapiz en estado original está más elaborado que esta marina.
Louis Leroy
PISARRO
Paseo a Chaponval
RENOIR
El desayuno de los barqueros
SISLEY
Flood at Port-Marly
DEGAS
Bailarina
Y a la cabeza, el pionero, el cabecilla:
MANET
Olympia
El padre de Manet fue un juez que pretendía que siguiera sus pasos en la vida, pero un tío suyo más soñador, que le llevaba por ahí de museos cuando era niño, le animó a que se hiciera artista. Siempre digo que todos llevamos algo de arte dentro y que es la suerte de tener a las personas adecuadas a nuestro alrededor, lo que hace posible que eso pueda llegar a surgir y hacerse realidad. Esa es la suerte que, a veces se tiene, y a veces no se tiene. No obstante, lo que yo aprendo de esta lección es que los impresionistas pasaron penurias de todo tipo, fueron rechazados, humillados, y a pesar de todo eran fieles a ellos mismos y defendían aquello en lo que creían. Más allá de entrar en detalle dentro de sus vidas (eso lo dejo a la curiosidad del lector), me quedo con el mensaje que nos transmitieron y que básicamente radica en romper el molde si es preciso y no dejar jamás que nadie te diga "no".
Sé fiel a tu instinto, ese será tu arte.
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